¿A dónde está el otro? ¿Afuera o adentro? Hay un
filósofo francés llamado Jean Luc Nancy [1] (1940/…)
que hace unos años sufrió una enfermedad cardíaca degenerativa que solo podía
resolverse con un trasplante de corazón. El trasplante lo salvó y obviamente
cambió su vida e impactó de lleno en su filosofía. Al poco tiempo lo convocaron
a disertar a un congreso en Europa sobre la cuestión del extranjero, y Nancy
decidió allí narrar la experiencia de su trasplante. No fue casual, su propio
corazón lo estaba matando, pero fue el corazón anónimo de un otro el que lo
salvó. Lo propio lo estaba destruyendo; lo extraño le dio vida. ¡Qué paradoja!
Nancy decidió titular su disertación con el nombre de “El intruso”. ¿Cuál
corazón era el intruso? ¿El ajeno o el propio?
El texto completo está disponible en: http://www.slideshare.net/mpsanchez/el-intruso-jean-luc-nancy
[1] Recibió un trasplante de
corazón. El corazón intruso de Nancy, ese que le hace
decir "Está el intruso en mí, y me convierto en extranjero para mí
mismo," es también el que pulsa y lo pulsa, el que lo im-pulsa. El corazón
tiene un beat que golpea, se abre y se cierra, diástole y sístole, como si
fuera (un) inconsciente.”
Para aceptar al intruso entonces hay que incluir su ajenidad cultural y enriquecerse en ese desafío, perdiendo algo propio y ganando algo ageno, así a la inversa la ajenidad del intruso pasa a formar parte de una nuevo limite desde donde se espera la nueva intrucion...
ResponderBorrarPara aceptar al intruso entonces hay que incluir su ajenidad cultural y enriquecerse en ese desafío, perdiendo algo propio y ganando algo ageno, así a la inversa la ajenidad del intruso pasa a formar parte de una nuevo limite desde donde se espera la nueva intrucion...
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