miércoles, 1 de abril de 2015

Diógenes y Alejandro Magno




Se cuenta que cuando Alejandro Magno (siglo IV a.C.) llegó a Atenas como en todas las ciudades que iba anexando a su proyecto imperial, quiso saber dónde se hallaba la sabiduría del lugar.
No se sabe si con intención de sorna o realmente porque así lo creían, le indicaron que el más sabio era Diógenes, el cínico. Claro que Diógenes andaba desnudo haciendo sus cochinadas por allí, insultando a todo el mundo y militando por la destrucción de toda cultura. Alejandro lo buscó y lo encontró justo tirado en el suelo junto a un tonel donde dormía, tomando sol. Se dice que ahí mismo Alejandro lo aduló comentándole que según los atenienses él era el hombre más sabio de la polis, y que por ello, lo quería premiar. Le dio carta libre para que pidiera lo que quisiera. “Pídeme lo que quieras que te lo daré”, dicen que le dijo Alejandro parado junto a Diógenes arrojado desnudo en el suelo. Diógenes levantó la vista, lo miró fijo y le respondió: “Te pido una sola cosa: que te corras porque me estás tapando el sol”. Los soldados amagaron con detenerlo, pero Alejandro los disuadió diciendo: “Si no hubiera nacido Alejandro, me hubiera gustado ser Diógenes”


Extracto de “¿Para qué sirve la filosofía? (Pequeño tratado sobre la demolición)
Darío Sztajnszrajber - Pág248-249. Ed. Planeta. 2013.  

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