lunes, 21 de marzo de 2016

La filosofía. Capitulo 1 Temporada 1 de Mentira la Verdad


LA FILOSOFÍA
Darío Sztajnszrajber



Hacer filosofía es una manera de pensar, que busca fundamentar el sentido de las cosas que se nos presentan como obvias.
¿Qué es fundamentar? Es llevar la pregunta a la máxima expresión. Preguntar el porqué, del porqué, del porqué, del porqué. Y así, al infinito.
¿Hay una respuesta final para todas estas preguntas? Parecería que no, pero entonces ¿Para qué sirve la filosofía? ¿Tiene sentido hacer filosofía, si ya lo sabemos todo?
La filosofía tiene más que ver con la pregunta que con las respuestas.

PENSAMIENTO COTIDIANO
PENSAMIENTO TÉCNICO
Persigue la utilidad práctica
Busca la explicación,
entender cómo funcionan las cosas
SABER VULGAR
SABER TÉCNICO - CIENTÍFICO

La filosofía se pregunta por el ¿qué?
En nuestra vida cotidiana solemos olvidarnos de hasta dónde podemos llegar con las preguntas.
La pregunta sobre el ¿cómo? tiene respuesta.
La pregunta sobre el ¿qué? no. Son solo indicios.
Creemos alcanzar certezas fundamentales, cuando en realidad tenemos certezas funcionales.
Entonces, ¿para qué sirve la filosofía, si encima de no resolver nuestros problemas cotidianos, nos agrega permanentemente nuevos problemas?
Es que la filosofía es un saber inútil.
Lo cotidiano funciona siempre bajo el criterio de utilidad. Las cosas tienen que servir para algo.
Pero la filosofía lo cuestiona porque interpela lo cotidiano y le pregunta ¿por qué todo tiene que ser útil? ¿A quién sirve que todo sirva?
Hoy, en tiempos en los que la utilidad se vuelve lo más importante, la filosofía se vuelve un medio de cuestionamiento de los valores dominantes.
Podemos jugar con dos experiencias paralelas:
·        Un joven mirando una pared durante 8 hs
·        Un joven mirando TV durante 8 hs
¿Quién pierde el tiempo? ¿Qué es perder el tiempo? ¿O qué es hacer de nuestra vida algo útil? ¿Útil para quién?

Otra respuesta a ¿para qué sirve la filosofía? es “La Filosofía como análisis de lo obvio”.
Algo obvio es algo que no se cuestiona, algo que no se muestra como parte de una trama más general, algo que se nos presenta como una verdad pura.
Pero la Filosofía muestra la contaminación de todas las verdades. Muestra que en todo siempre hay supuestos.
Siempre que algo se nos presenta de manera obvia, es cuando hay que sospechar.
Filosofía = Filo (philo=amor) Sofía (sophia=sabiduría) = Deseo por saber más de lo que se los presenta.
Pero ¿dónde poner el acento? ¿En alcanzar la sabiduría? ¿O en el ejercicio incesante de la búsqueda? ¿Y si ponemos el acento en el amor y no tanto en el saber?
Si no sirve para encontrar la verdad ¿para qué sirve la filosofía?
Quizás lo que motive nuestra búsqueda sea resolver nuestro miedo a la muerte. “Ejercitarse en la filosofía, para que cuando llegue el momento, nos encuentre preparados” (Platón)
Haciendo filosofía tomamos conciencia del carácter limitado y finito de nuestra existencia.

La filosofía como forma de desenmascaramiento de una realidad de poder e intereses que creemos verdadera. Una realidad en la que estamos inmersos, sin darnos cuenta. A la que le somos, por eso mismo, funcionales.
Los filósofos no han hecho más que interpretar al mundo de diversos modos. Pero de lo que se trata es de transformarlo” dice Karl Marx.
Nietzsche llama a filosofar a martillazos. Hay que adoptar una actitud de permanente crítica ante lo establecido, y desestructurar una realidad que se nos impone como verdad incuestionable.
Amor a la sabiduría, es en definitiva, amor a la pregunta. Es apostar a la búsqueda, como un fin en sí mismo, y no como un medio para otra cosa.
La filosofía no nos provee de respuestas ni certezas definitivas sobre los grandes cuestionamientos existenciales.
Pero nos ejercita en la libertad de la pregunta y nos invita a ser más libres, más abiertos, más sensibles con el mundo que nos rodea.



Fuente: MENTIRA LA VERDAD – 1º Temporada. Capítulo 1


¿Qué es la filosofía?


viernes, 18 de marzo de 2016

El búho como símbolo de la Filosofía





El símbolo de la filosofía es el búho, por ser:
  • un ave solitaria (soledad necesaria para filosofar), 
  • con buena visión, más en la oscuridad (la Filosofía descubre cuestiones ocultas, profundas sobre los tema que reflexiona), 
  • que contempla desde lo alto (la Filosofía busca contemplar la Verdad), 
  • tiene una visión de 360 grados (la Filosofía intenta tener una mirada completa de las cosas sobre las que reflexiona). 

La tradición de representar a la filosofía con la imagen de un búho procede, curiosamente, de una confusión.

En su obra “Filosofía del derecho”, Hegel hace referencia al "búho de Minerva" como símbolo de la filosofía, pues la filosofía llega siempre tarde, cuando la realidad a pensar ya se ha cumplido. Como teórico, el filósofo se parece al búho: emprende el vuelo precisamente cuando cae el crepúsculo.

También Aristóteles escribió que el filósofo, como las aves nocturnas, debe ser capaz de ver donde sólo hay oscuridad y confusión (en sentido metafórico, claro está).

Esta imagen afortunada del búho, que observa "a toro pasado" y en la oscuridad, la tomaron estos autores de la antigua Diosa Minerva (traducción romana de la Atenea de los griegos). Minerva (o Atenea), como diosa sabia, se representaba frecuentemente con una lechuza sobre su hombro, detalle este último de especial importancia, pues donde había que traducir "lechuza", muchos traducen por error "búho". Decimos que el detalle es de importancia porque las lechuzas son pequeñas y no suelen alcanzar el medio kg. de peso, mientras que los búhos sobrepasan frecuentemente los 2 kg. y pueden medir 70 cms de altura.

En la mitología griega, el mochuelo de Atenea es el ave que acompaña a Atenea, diosa de la sabiduría, las artes, las técnicas de la guerra, además de la protectora de la ciudad de Atenas y la patrona de los artesanos; la diosa romana correspondiente es Minerva. El mochuelo de Atenea ha sido utilizado en la cultura occidental como símbolo de la filosofía.

Se le ha atribuido erróneamente y durante siglos los nombres de «lechuza de Atenea» y «búho de Atenea», cuando se trata en realidad del mochuelo común europeo, especie cuyo nombre científico es precisamente Athene noctua.
(Fuente:http://es.wikipedia.org/wiki/Mochuelo_de_Atenea)


Si el búho es el símbolo de la filosofía, lo es porque sus ojos representan la inteligencia, simbolizando la sabiduría y el conocimiento. A esta ave que ve de noche, como al sabio, ninguna cosa se le esconde por más encubierta que parezca. Es su visión siempre a medias, revocable, que siempre exige volver a mirar, abrir perspectivas, superar apariencias, reconsiderar la cosas para adquirir de ellas el conocimiento menos distorsionado posible.

"Así como esta ave está de día escondida y retraída en lugares oscuros, apartada de la conversación de las otras aves, así el sabio con deseo de la especulación se retrae a lugares solitarios, porque en la familiaridad y frecuencia de la gente no hay quieto reposo para filosofar; y porque el contemplar y considerar tiene más fuerza de noche que de día" (Juan Pérez de Moya- 1585).

¿Cuándo fue la última vez que...?


LA ÚLTIMA VEZ

Darío Sztajnszrajber


¿Cuándo fue la última vez que te preguntaste?
No buscando una respuesta ni encontrando una certeza, sino la última vez que te escapaste de lo cotidiano y te detuviste. No por cansancio ni por desidia, sino porque sí.
¿Cuándo fue la última vez que te detuviste y dejaste que todo a tu alrededor flotara? Como quien se anima a desconectar las cosas, a quitarles su carácter de utilidad, a sacarlas de la lógica del cálculo.
¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo que no sirviera para nada? Para nada ni para nadie, ya que las servidumbres se presentan de formas muy misteriosas. Algo que no fuese pensado desde la ganancia, el interés o el egoísmo.
¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo porque sí? No porque te convenía o porque lo necesitabas, o incluso porque lo querías; sino porque sí.
O al revés: ¿cuándo fue la última vez que la casualidad hizo con vos algo? No algo productivo, ni profundo, ni siquiera algo en sentido estricto.
¿Cuándo fue la última vez que le diste un abrazo a alguien? No a tus seres queridos ni a personas conocidas, sino a “alguien”, no importa a quien.
¿Cuándo fue la última vez que diste? No importa qué. Un regalo no vale por lo que es, sino que vale en tanto regalo. Un regalo no vale. Un regalo no es. Se da y no vuelve.
¿Cuándo fue la última vez que te abriste? ¿O que no te cerraste? ¿O que demoliste tus puertas? ¿O que dejaste entrar al indigente? ¿O que ese otro irrumpió en vos y te llevó puesto?
¿Cuándo fue la última vez que recordaste? No cuando vence la factura de gas o la fecha del examen, sino que te recordaste como una trama, como una huella, como parte del relato en el que te ves inmerso, como el deseo de querer seguir narrándote.
¿Cuándo fue la última vez que lloraste? Simplemente lloraste. De alegría, de tristeza, da igual. Llorar, como quien expresa en ese acto primitivo la existencia viva; como quien solicita, pide, ruega, pero no reclama, ni exige, ni cree merecer.
¿Cuándo fue la última vez que te perdiste? No en esta calle o en este trabajo o con este proyecto compartido. Perderse, dejándose llevar por ese acontecimiento imprevisible, dejándolo ser.
El mundo está repleto de carteles y señales. El mundo está lleno de héroes que te proponen un formato industrial del ser uno mismo y una carrera exitosa basada en el afianzamiento de lo que sos. No importa qué sos, sino abroquelarte en lo tuyo, o en los tuyos, y sobre todo erigir los muros que hacen del otro y de lo otro algo invisible. Por eso perderse, como quien pasea sin rumbo, o habla con una tortuga, o le pide perdón a un helado por comérselo. Como quien se baja del colectivo para caminar por esas calles extrañas, como quien encuentra una mirada que lo devuelve para adentro y cae en el abismo.
¿Cuándo fue la última vez que tuviste miedo? No por lo que te pudiera pasar, sino por pensar que tal vez nunca no te pasara nada.
¿Cuándo fue la última vez que preferiste la nada al ser, un olor a un concepto, un insomnio a un ansiolítico, un árbol viejo a un ascensor?
¿Cuándo fue la última vez que te traicionaste, que te animaste, que transgrediste, que te lanzaste, que tuviste un sueño, que creíste, que descreíste, que te arrepentiste, que te afirmaste, que te cuestionaste, que soltaste lo propio y te abriste a la pregunta?

¿Cuándo fue la última vez que te preguntaste?